jueves, 14 de noviembre de 2013

Presagio





La tarde
espanta pezuñas de olvido,
el tambor de un recuerdo amarillo
esmaltado en las hojas caducas
de un árbol de charol.

Y masco el tiempo
que te anuncia
en la lengua del viento,
rasgo la desnudez de las aceras,
revuelvo los instantes detenidos
a un palmo de la luz que te presagia
y me entrego a sus vísceras impías.

Acudes
con el grito de los pájaros
como un augurio encinta,
abres las ubres del gris
y luego
trepas
por la cornisa de mi carne
y, antes de ser de nuevo
una herida en las sombras,
antes de ser ceniza
doblegada al silencio,
materia sin edad,
sin sentido,
me filtro
en la balada de tu vientre,
devoro sus raíces de fuego,
las anudo a las copas del cielo
y, al fin,
regreso
a la voz de tus ojos.

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