domingo, 6 de diciembre de 2020

Virus

 


El azar ha afilado sus uñas

sobre la incertidumbre.

Tú y yo, distantemente juntos

en un martes cualquiera,­

un martes que arropamos con coágulos de sábados

para asedar el lento discurrir de las horas.

¿Va todo bien? - pregunto – mientras busco tu rostro.

Todo va bien – responden tus labios 

amaestrados.

El reloj atenúa sus eléctricos pasos

al compás de la música.

Las paredes simulan protegernos del mundo;

los objetos triviales alcanzan

dimensiones secretas.


Se espesan los silencios

como una densa niebla.

-Tensa espera que aprieta su soga

sin piedad sobre el cuello

de un antiguo temblor-

Intuimos de golpe nuestro etéreo destino,

lo que tanto temimos se revela y nos habla

con febriles palabras;

se agita, reivindica 

su lugar en tu cuerpo

-entidad microscópica

que infecta lentamente

de sombras el cansancio-


Tejemos una colcha de futuros perfectos,

sacamos de un cajón polvoriento 

los oxidados huesos

de una errática estrella.

Todo va bien

 – pronuncian, rebeldes, nuestros labios.

Cubierta de polillas,

la voluntad dobla su espinazo.

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