Viniste de oriente a Europa
cabalgando
a lomos de efluvios invisibles.
Nadie presintió tu cercanía.
Nadie intuyó tu fatídica sombra
filtrarse
bajo la máscara gris de las
ciudades.
No pretendo
hacerte protagonista de un poema,
rey nanométrico,
ególatra emisor de la desdicha,
que esparces sobre el orbe
tu maloliente dictadura.
Has segado de un tajo tantas vidas
con el silente filo de tu espada
que hoy hasta las calles enviudan
de tristeza.
Mientras, nosotros,
los que todavía te sobrevivimos,
nos cubrimos el rostro
para no mirarte,
vestimos
con ropajes de enlatada evasión,
y escuchamos la voz metálica del
wassap
aliviar el plomizo trote
de las horas,
aguardando
los cálidos aplausos de las ocho
que aplacan
la voz de la desesperanza
hasta que volvemos a ver tu cabeza
minúscula
asomar
en las portadas de los informativos.
Ojalá maduremos a golpe de derrota,
tras haber aprendido una dura lección
de humildad.
Ojala que, cuando te hayas cansado de
nosotros,
el mundo sea un poco más humano ...
Nunca pretendí retratar
tu entidad miserable en un poema,
concienzudo asesino de esperanzas,
pero sé que hasta en las tierras más
inhóspitas
nace la luz cuando las sombras
callan.
No quisiéramos hacerlo protagonista, tienes razón. Y nos cruza esa última esperanza que viene, a su pesar, de él..¿podrá hacernos cambiar, hacernos mejores, darnos cuenta de todo lo que tenemos y que debemos valorar por encima de nuestros egoísmos?
ResponderEliminarUn beso Rosa, querida amiga,siempre un gusto leerte
Ventura
Ojalá sea así, querido amigo.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu valiosa huella, Ventura.
Un beso.