Pregunté a la noche por mi ceguera:
di, noche,
¿cuántos duelos puede pesar una sola sombra?
Mira
este hígado nevado por la muerte,
este corazón cercenado por tijeras
de olvido.
No sé soñar,
olvidé en mi entierro la letanía
de los volcanes.
No, no sé soñar.
La lucidez ata mi cintura a su talle de
fieltro,
incrusta su cerebro en mis sandalias.
Sin embargo
puedo rezarle un credo a la locura
sin despeinar el silencio;
hablar un dialecto de alas
con la voz de mi voluntad.
Alimenta este no-sueño, noche,
este tierno pan de aire
amasado con harina
de relámpagos.
Rosa, en este poema encuentro muy originales y sugestivas asociaciones, "hígado nevado por la muerte" "cerebro-sandalias". Me gusta la estructura libre y concentrada y en especial este final para mí delicioso "pan de aire amasado con harina de relámpagos"· Siempre un placer descubrir tu poesía
ResponderEliminarMil abrazos
Cristián
"Pan de aire" sí, es simbólico: la palabra tejida con la piel de los sueños; la palabra-pájaro como alimento vital.
ResponderEliminarHace tiempo que no había vuelto a este poema. Gracias, querido amigo. Sabes que es un placer para mí encontrar tu huella generosa.
Un fuerte abrazo.