¿Recuerdas el color
del país
al que no se retorna?
El ojo curioso de la infancia
sondeando tramo a tramo
la miel del misterio;
las palabras del padre como una
sinfonía
de certeras campanas;
la doliente ternura de la madre
con un sueño en sus brazos...
Pronto mudó la tarde el temblor en
derrota.
Llegaron las hormigas en troncos de
silencio
a mordisquear tu alfabeto de sombras,
y los glóbulos blancos de la decepción
fueron a morir
grito adentro.
El cielo gangrenado
trituraba silencios de vidrio
mientras la araña de la noche tejía
un traje de alcanfor para tu esperanza
macilenta
¿Cómo no viste al relámpago
luchando
por abrir una brecha en tu lengua?
El magma se diluye y una luz lo
atraviesa
de cuajo.
Hoy mana un aire manso de tu mano a la
tierra.
Espejea la palabra, resbala
sobre su propio abismo.
Bucea en tinieblas de quietud.
Reverdece en su búsqueda.