jueves, 10 de julio de 2025

ALGO...

 




Hay algo que me llama por mi nombre

en los ardientes pasillos

de la ausencia;

algo flota en el aire, como musgo sombrío

arraigando en la piel de las paredes

de cada habitación desvencijada.


Y huele a sombras, a flores de difunto.


Sé que me observa, que aguarda en cualquier calle

del ayer,

agazapado en el humo de un cigarro,

en el ácido sabor de la impotencia,

en las palabras que nunca pronunciamos.


Yo finjo que no existe.

Cubro las grietas del aire con razones

teñidas de pájaros azules.

Corto el hilo de niebla

que me ata a su sombra

con rutinas y luz almidonada.


De nada sirve,

surge de pronto un halo,

un viejo aroma a flor recién segada.


Y vuelven a emerger todos los ecos,

formas, vacíos,  abrazos,

risas, besos, llantos,

 

ESPERAS…


No regresan, no. Jamás se fueron.


La grieta se abre más y más en el silencio.

Las palabras no pueden contener

el curso decidido de su sangre.

Solo esbozan torpemente sus rasgos

en el pálido lienzo de un poema,

intentando atrapar lo inabarcable.

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