domingo, 26 de noviembre de 2017

Otra cosa que amor


No fue otra cosa que amor:
el beso amargo
de aquella despedida;
esa cama cruzada en el  verano
que ya no regresó.

La punzante memoria, mordida por los perros
de la razón
seccionaba la infancia;
ellos coreaban mi sudor con su sangre,
pero era amor, sin duda.
No era otra cosa que amor.

Un viento de lustros con aroma de espinas despertaba
mi alma
e iba sembrando a golpe de nevada un amor
descastado.
La ignorancia era ciega, por ello tenía cierta dosis de candor
en sus venas,
y las mías se llenaron de encapsulado amor.

Luego llegaste tú, tú, tu gesto vivo, tu saltarina risa,
el río de tu sexo,
la infantil gravedad de tu sombra
lunática.
Y todo desbordó,
todo se hizo ligero desde entonces: mis pies, el cielo herido, la fiebre
del olvido...

Viene otra vez la noche,
se acerca de puntillas a silbar en mi oído
algún naufragio,
y las preguntas afilan su guadaña, cercan los muros
que me salvan, se retuercen en el abismo
de un poema;
y todas las excusas, y todos los suicidios se pudren en la cera
del tiempo compartido;
y no sé si es amor, pero si estás conmigo, el dolor es un duende 
famélico
que huye 
maldiciendo mi suerte 
cada vez que me abrazas. 

miércoles, 22 de noviembre de 2017

Siembra



No te dejes caer,
aunque el silencio hiperventile enigmas e imbricadas
esperas.
Teclea el azar, que de tus dedos eche a volar
un nombre;
deja soñar a la palabra
mientras
desmientes sus cenizas
y observa como la carne de la luz va consumiendo
lentamente
la tristeza,
cómo van perfilándose en el aire
las dos caras de Jano.
Sonreíd, colmillos, sonreíd, mientras rumiais
serpientes:
os devuelvo vuestra oquedad mortal.
No me alimento de rumores; no olisqueo la muerte,
ni el miedo.
Solo devoro la piel de una estrella, le miro sus manos,
la sangro
la siembro en la noche
                    y espero...