Estás tan cerca,
y apenas te conozco;
y apenas te conozco;
hay algo, alguien, que interfiere
entre tu voz y yo: la escarcha de un rencor
antiguo, la caducada espuma
del orgullo,
tal vez alguna que otra muerte
antiguo, la caducada espuma
del orgullo,
tal vez alguna que otra muerte
domesticada a latigazos
de silencio.
¿Quién eres? -te pregunto-
Soy yo, el de siempre – me
respondes-
¿no me recuerdas?
Cargas mi sombra sobre tus costillas
desde la infancia
(desde la eternidad)
Puedes tocarme, estoy aquí,
a tu lado: carnal,
a tu lado: carnal,
ausente,
apenas a un año luz
de tu verdad.
Ven a buscarme
cuando me haya marchado.
cuando me haya marchado.
Temo que llegues
camuflada bajo piedras
de ironía,
vomitándome el alquitrán
de una promesa.
Temo la luz que hiere
las palabras
que no sé pronunciar.
Temo la luz que hiere
las palabras
que no sé pronunciar.
Hola y Adiós,
mi querida enemiga;
mi íntima
desconocida.