domingo, 2 de febrero de 2014

Tu sombra






Deletreo tu sombra, Amor.

No preguntes,
no escarbes más en mi tumba
con dedos de profeta.

Soy el cuervo blanco
que picotea sus estertores de nieve amanecida.
La bestia traicionera
que dividió
en un hachazo de su lengua el corazón
del arco iris;
un pie en el abismo, otro en el barro,
un pedazo de alma sobre la cáustica tierra,
otro rogando al cielo
una lluvia fértil de campanas
 que me salven
del desierto inmenso de vivirme
así, sin espejismo de horizontes.

Surfeo en la parábola del viento
una tormenta lúcida,
trato de interpretar
el algoritmo del misterio puro,
mastico una a una sus células de luz
desleída
en la playa insidiosa del silencio,
con tu gesto acentuando el enigma de mis venas.

No preguntes,
lava la tinta de mi sangre con el eco de lluvia
de tu sombra.

Tu sombra es el rostro de Dios
dibujado en el blues de la ceniza.





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