Las hormigas acuden al festín
de la muerte.
Los Quáliscos lo saben.
Los impecables Quáliscos,
pulcros, perfectos,
sabios.
Dirigen tu destino.
Afilan el cuchillo
de su ambición salvaje,
endulzando los rasgos
de su blanda conciencia.
Ellos jamás se inmutan.
Capean sus instintos.
Sonríen tibiamente,
Expanden como globos
de miel
sobre los labios
sus cínicas palabras.
Y nosotros callamos…
-¡Danzad, danzad, malditos
al son de nuestras flautas!
Dejaos de espejismos y músicas azules.
No hay más verdad
que el sueño de la razón
bordado con cálidas mentiras-
Algunos aplauden sus mensajes
rotundos,
y acompañan con flores
sus comedidos gestos;
los otros, desconfían
de su sangre de orco.
El resto,
marionetas del tiempo,
fluyendo por el cauce
de un río desbocado.
Antihéroes perdidos
en la complejidad
de su propia existencia,
callan. Callan y siguen
tejiendo sus rutinas.
-¡Acudid, mis corderos!
Entrad en este hermoso gigante
insumergible
que abarca el Universo-
No temáis.
Nosotros
impulsamos sus velas con el viento
de nuestra insensatez-
Han cubierto las grietas de su absurda carcasa
de coloridos ángeles.
-Callad.
Callad. Malditos.
Conspiradores necios,
Traidores descreídos.
Negacionistas, fascistas, idealistas, racistas,
comunistas, machistas, feministas,
golpistas, anarquistas...-
Seréis los responsables
de destruir un Sueño.
Se pudrirá la savia
del mundo que habitáis
en el abismo estéril
de algún oscuro piélago,
a pesar de nosotros,
los magnánimos Quáliscos-.