viernes, 12 de julio de 2024

TITANIC

 



Las hormigas acuden al festín

de la muerte.

Los Quáliscos lo saben.

Los impecables Quáliscos,

pulcros, perfectos,

sabios.

Dirigen tu destino.

Afilan el cuchillo

de su ambición salvaje,

endulzando los rasgos

de su blanda conciencia.


Ellos jamás se inmutan.

Capean sus instintos.

Sonríen tibiamente,

Expanden como globos

de miel

sobre los labios

sus cínicas palabras.


Y nosotros callamos…


-¡Danzad, danzad, malditos

al son de nuestras flautas!

Dejaos de espejismos y músicas azules.

No hay más verdad

que el sueño de la razón

bordado con cálidas mentiras-


Algunos aplauden sus mensajes

rotundos,

y acompañan con flores

sus comedidos gestos;

los otros, desconfían

de su sangre de orco.


El resto,

marionetas del tiempo,

fluyendo por el cauce

de un río desbocado.

Antihéroes perdidos

en la complejidad

de su propia existencia,

callan. Callan y siguen

tejiendo sus rutinas.


-¡Acudid, mis corderos!

Entrad en este hermoso gigante

insumergible

que abarca el Universo-

No temáis.

Nosotros

impulsamos sus velas con el viento

de nuestra insensatez-


Han cubierto las grietas de su absurda carcasa

de coloridos ángeles.


-Callad.

Callad. Malditos.

Conspiradores necios,

Traidores descreídos.

Negacionistas, fascistas, idealistas, racistas,

comunistas, machistas, feministas,

golpistas, anarquistas...-


Seréis los responsables

de destruir un Sueño.

Se pudrirá la savia

del mundo que habitáis

en el abismo estéril

de algún oscuro piélago,

a pesar de nosotros,

los magnánimos Quáliscos-.

domingo, 21 de enero de 2024

CIELO ROJO

 


Víspera del Adiós.


No percibimos

hundirse el mundo

bajo nuestros pies,

        aunque el tiempo afilara sus agujas

en el agrio cemento de la tarde.

No vislumbramos el cuchillo letal

de la evidencia 

       asomar en los labios

del destino.


De pronto,

nuestro universo se envenenó 

        de blanco:

un blanco intenso y cegador 

heló la sangre

de la pálida habitación.

Las frías sábanas,

como cuerdas feroces,

aprisionaron tu cuerpo

destruido.

El tiempo conspiraba 

contra mí.

Fustigaba a las bestias del vacío

que trataban de raptar tu  corazón

hasta precipitarlo en el abismo.

La noche se vistió

de hielo y sangre.

El agudo lamento del teléfono

rasgó la temible madrugada...


No, no te irás,

Te quedarás 

        en este cielo rojo

como ráfaga de  luz petrificada

en un mágico rincón de mi memoria.


No te irás,

desconocido hermano.

Te nombraré 

y  florecerá, de nuevo,

la sempiterna llama

del recuerdo.