Quiero cantarte el silencio, Rodrigo
(Rodrigo es una brisa de infancia, un
duende fugaz que corretea por los pasillos
del tedio
cada vez que la nada se detiene a
pacer en mis manos)
Quiero cantarte un silencio
de palabras impúberes;
enfundarme en un traje de bruma
hasta exhalar
este aliento que no sabe
brotar
de mi sangre.
Algún día, lograrás descifrar su música
silente,
el relámpago salvador
de mi mano tendida;
el brillo de un gesto, de un abrazo
en la sombra.
Algún día
cuando hayas deshojado casi toda la infancia,
y sientas hundirse en
tus costillas
la noche;
cuando ya no te queden palabras vivas
para acallar cada una de las muertes
que nos hieren a diario,
comprenderás
que la verdad tiene el color preciso
de aquello
que callamos,
porque es imposible mencionar el alma
de las cosas
(el silencio, Rodrigo,
es una rara flor
tachonada de espinas)
Sigue jugando con sílabas
de ángeles.
Enreda tu tierno balbuceo en los
telares
de mi corazón.