viernes, 25 de marzo de 2016

Moriembre


He tendido al silencio mi camisa de pájaros,
mi camisa de aullidos de paloma, la misma
que mostró abierto mi pecho uno de esos domingos
de Moriembre
entre las pseudorrisas del reloj fraudulento
y las copas de orín
del fracaso.

He tendido al silencio mi camisa de fiesta.
Junto a ella, mis pies domesticados.

También tendí su Ausencia, sí, su Ausencia
y mi ayer luminoso y mi cáustica mente
al sol de un son de invierno de un veintisiete y nadie.

La podredumbre duele, sabe a cáncer de sombras;
tiene un aire a relámpago
de papel couché,
tiene unos ojos dulces como de niño ciego,
ojos que no pueden mirar
el mar
de las palabras hechas de carne y de temblor.
Así que
no vengas hasta mí con dagas de penumbra, con violines tarados,
ni trampas para cíclopes.

Elyne se fue. Elyne, la del latido blanco, 
la de la roja risa...

Se la llevó Moriembre
y con ella se hundieron los melíferos barcos 
del ayer.
Ahora
pongamos sobre la mesa un vaso de certezas
amargas;
brindemos por la resurrección
de los peces suicidas, por la luz insondable
que agoniza tras el obsceno túnel cincelado
a golpe de silencios,
por las venas abiertas al sol de las ausencias
que jamás sucumbieron a esta guerra de máscaras.

sábado, 19 de marzo de 2016

Rosa de Jericó



Hay domingos sin párpados
en los que la memoria es un desierto 
de sal.
Hay palabras que saben a domingo,
espinas de certeza
que asfixian el cabello añil
de la memoria.

Hay sábados de pasión
que se arrodillan ante el roce
de un temblor,
y abren sus labios
para sembrarse con el polen
de algún pálpito.

Hay sábados que sólo saben pronunciar
los pájaros del vértigo,
y días abisales,
y horarios descarnados en cuyo rostro
de arena
hunde su carne la Rosa de Jericó.

Pero sé que un día despertará
de su letargo;
su náufrago corazón
blandirá una campana de verbos
encendidos
ante el altar de alguna primavera.










jueves, 17 de marzo de 2016

Lo que ayer será Azul












Hoy es Pólvora, lo que ayer será Llanto
-musitó -
Era un lunes de plomo;
yo arrugaba mis dudas, deshojaba
una sombra
tras otra.
Los relojes ardieron al mirarla.

La recuerdo.
Era otoño esa tarde en mis párpados.
Ella calzaba zapatos de nieve y en sus ojos ondeaba
tu nombre.

Antes de hablar en rojo
estalló agudas lluvias, hondos gritos,
y luego
pronunció una galaxia y clavó
entre mi pecho
el Silencio.
Después de hablar en negro, musitó: 
-Recuerda, ahora es polvo su voz.
Hoy es Nadie lo que ayer será Azul-


jueves, 3 de marzo de 2016

Una bala de abril



Lo intentaré de nuevo, doctor. Es sencillo:

1)Desmenuzo un relámpago 2) Lo aplasto con vértebras de
silencio 3) Me repito cien veces: son solo nueve ninfas proscritas;  nueve dedos de arena 4)Nueve dedos de arena no pueden disparar una bala de abril 5)Una bala de abril jamás asesinaría a esta sombra oceánica.

Es tan fácil, tan simple:
     
    1) Las palabras son globos de aire excitados por la tinta de un sueño  2) Los globos huelen a infancia y se nos quiebran a menudo  entre las manos 3) El olor de la infancia es un cántaro roto que acuna la     memoria 4)La memoria huele a infancia y a tumba; a ciclón, a ternura;su perfume lleva dientes y garras 5) Las palabras pueden ser dulces garras, dentelladas de miel espoleadas por un viento de fuego.

Entiéndame, doctor:

Creí que un pájaro de plata hablaba el mismo idioma que mi sangre. Era sólo una bala de abril descorchando una botella de espuma en mi conciencia.